Era la tercera Copa Libertadores de America para Peñarol y una vez mas no se puede catalogar solo como triunfo sino como hazaña por los presididos el Cr. Gastón Guelfi.
Estando ya en las finales fue triunfo en el Centenario frente a River Plate argentino por 2 a 0, el partido fue duramente disputado, pero a los 29 minutos Peñarol había quebrado a Amadeo Carrizo con gol de Julio C. Abbadie tras un maravilloso remate de Juan Joya. En el segundo tiempo convertiría el segundo tanto. El encuentro fue normal, dentro como fuera de la cancha, y quizás por eso movieron a la reacción y el repudio popular los desmanes de los que Peñarol fue victima cuatro días mas tardes en Bs. As..
Peñarol alojado en el Hotel Alvear espero una hora prudente el envío de la locomoción convenida y de práctica, desde que en Montevideo dispuso de esa atención con toda normalidad. En la especulación de que llegarían tarde, el ómnibus nunca llego. Con desesperación y bronca contenida la delegación se lanzo a la calle en procura de locomoción. La gentileza de algunos conductores y taxistas les permitió salvar el largo trayecto desde el centro hasta Núñez, pero allí continuaron las dificultades. El cerco policial impedía el avance de los coches a diez cuadras del Monumental, cada integrante de la delegación llego como pudo, como pudieron encontrar el acceso al vestuario y la urgencia fue tal que el equipo entro al campo de juego sin calentamiento ni masajes.
Fuera del reglamento River monto tribunas tubulares en la pista de atletismo que rodeaba la cancha, así miles de personas participaron también del juego, recordándose a futbolistas aurinegros disputar a brazo partido algunas pelotas con parciales que no las devolvían. Se hicieron famosas las fotografías de la propia policía celebrando abrazados a los jugadores argentinos, a todo esto se le sumo la innumerable cantidad de agresiones sufridas por los parciales aurinegros que fueron a alentar a Peñarol. En ese clima ganó River 3 a 2 convirtiendo para Peñarol Pedro Rocha y Alberto Spencer.
Al retornar la delegación al Alvear, le aguardaban 200 hinchas argentinos, para agredir al plantel aurinegro
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El 20 de mayo de 1966 finalizaban muchas cosas en esos 90` de la gramilla del Estadio Nacional de Santiago, entre ellas las predicciones de periodistas argentinos que enfáticamente afirmaban “los viejos de Peñarol no van a poder resistir jugar a las 48 horas y River golea”.
Fueron los propios futbolistas de Peñarol que solicitaron al Cr. Guelfi y a Washington Cataldi jugar inmediatamente. El partido comenzó con dominio de River a los 27` Onega marcó el primer tanto argentino a lo que se sumo el gol de Solari faltando tres minutos para el final del primer tiempo.
En el intervalo se comenzó a escribir la fantástica historia de una de las rebeldías a aceptar la derrota más excepcional del futbol del mundo.
Néstor Goncalvez hablo en la escalerita que conducía a la cancha, llego al alma de sus compañeros. En dialogo intenso y acalorado intervinieron jugadores de experiencia como Abbadie y Rocha. Maspoli incluyo a Tabaré González sustituyendo a Nelson Díaz. Peñarol paso de dominado a dominador. En el minuto 15, Amadeo Carrizo paró con el pecho una pelota, el desplante, la cachada gratuita del arquero motivo más rebeldías. A los 22` Spencer entro buscando un tiro libre del “Tito”, la empalmo de media vuelta y se metió en el arco de Carrizo. Si los diálogos con el no habían sido nada amables hasta entonces es de imaginar el tono que adquirieron. Ahí comenzó a sembrarse la duda en los riverplatenses si realmente podían mantener la victoria. Llego el segundo tras un remate de Spencer que reboto y quedo para Abbadie, comenzando el derrumbe de la banda roja. Empate a 2, pero ya era victoria aurinegra para las 50 mil persona que le dieron marco a la hazaña. Peñarol llego al alargue con la ventaja de que si conservaba la igualdad seria Campeón en razón de haber ganado por dos goles de diferencia en Montevideo y caído por uno solo en Bs. As. Pero ¿Quién lo podía tener en cuenta?
A los 12` del primer alargue Pablo Forlan lanza un centro largo, saltan tres jugadores de River cuando el ecuatoriano Spencer recorta su esplendida figura sobre el trío entrando por la izquierda y golpea la pelota con el parietal derecho… tres a dos, conmoción, delirio, todo Uruguay festejando en las calles y aun falta.. Al grito de Peñarol estallan las 50 mil personas emocionadas por el histórico vuelco de un partido que parecía perdido cuando Rocha consigue un cuarto gol. Hasta la cordillera pareció pintarse de negro y oro. Spencer.. Spencer…
La recepción en Montevideo desbordo todo lo previsto, es el pueblo quien da la bienvenida a sus héroes y al día siguiente la prensa chilena reflejaría su admiración titulando:
“Garra uruguaya agoto a River”
“Volvió el futbol uruguayo a ofrecer una de sus celebradas hazañas”
“Peñarol saco de la galera un triunfo increíble”
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