La gesta de 1982. El Peñarol de la Gloria.


Gloriosa y hazañosa campaña cumplió Peñarol en 1982 para coronarse como Campeón de America y luego como Campeón del Mundo. Seguramente casi todos quienes tengan acceso a esta lectura han sido de alguna manera, protagonistas de la gestión cumplida por Peñarol en la memorable temporada antes mencionada.
Para algunos era quimérico pensar en la posibilidad de acceder a los triunfos finalmente alcanzados ante tan calificados rivales como Flamengo que era el campeón de America y del Mundo de 1981, River argentino, Gremio, San Pablo y el propio Cobreloa, que estaba abonado a la final de la copa desde hacía un par de temporadas. Pero Peñarol en ese año arrasó con todos los campeonatos. Tal vez haya sido la Copa más difícil de lograr para ser Campeones de America.
Primero ganarle al descreimiento de muchos. Luego superar la lesión de Fernando Alvez, golero titular. Conformar un adecuado plantel futbolístico entre los presidios por Washington Cataldi y la dupla técnica Bagnulo- Kistenmacher. A Olivera, Diogo, Morales, Venancio, Vargas, Saralegui, se le suman Gutiérrez y Bossio ascendidos a la titularidad y la presencia de Fernando Morena, Jair, Gustavo Fernández, Walkir Silva adquiridos meses antes por Peñarol que buscaba afirmarse en la cima del continente.
Fue una Copa Libertadores donde los aurinegros mostraron una vez más la rebeldía de los que se sienten seguros de si, porque saben que no son menos que nadie…
En el plano deportivo, una escuadra que gano todos los campeonatos disputados, venciendo adversidades, creciendo antes las dificultades mostrando siempre en cada torneo, en cada partido, en cada minuto, en cada jugada que poco importa la propia integridad, cuando se esta representando y defendiendo, a lo que se quiere, a lo que se ama…
Los goles de Morena, ese año goleador de la Libertadores, y defendiendo el torneo con un gol suyo, las atajadas de Gustavo, los pulmones de Bossio y Saralegui, la fuerza del Capitán Olivera; todos sin excepción y en cualquier cancha del mundo, jugando con goles, con garra, con temple, con técnica y con rebeldía de quienes defendían un estilo, una estirpe, un pueblo deportivo.

Imposible, decían, era vencer al San Pablo, cuando la serie estaba mostrando que Peñarol de local, vencía agónicamente a Gremio y San Pablo; con Defensor perdidoso frente a los conjuntos brasileños y sin chance le restaba a punto a Peñarol.
Imposible… lo mismo que en el 60, frente al Olímpica en Puerto Sajonia. Imposible… igual que en el 61, frente al campeón Palmeiras, del país campeón del mundo. Imposible… igual que en el 66, frente a River de Renato Cesarini. Imposible, vencer en el Morumbi al San Pablo campeón y con años invicto en su reducto en partidos internacionales.
 
Lo imposible se hizo posible una vez mas para Peñarol ganando 1 a 0. Luego River Plate y Flamengo, con Peñarol ganador de ambos encuentros en el Centenario pero ajustadamente.
Imposible River en Núñez. Imposible Flamengo en Maracaná. “Otra vez los imposibles”.
4 a 2 en Núñez y 1 a 0 en Flamengo Campeón de America en el Maracaná y como si la historia quisiera mostrar siempre que a Peñarol le gustan las mas difíciles, vence al campeón brasileño, en su reducto, en el día de su cumpleaños…
Luego la final y una vez más Peñarol gana. Políticamente se logra que el Cobreloa juegue en Santiago. El empate en el Centenario hace trabajar una vez más a los de los “imposibles”. A los que viven especulando con los números y posibilidades de los resultados. Había que lograr un empate en Santiago… para forzar un tercer encuentro y esto en chile es difícil, casi imposible.
Y Peñarol no empato, ganó y ganó la Copa Libertadores de America, tal vez la mas difícil y convirtiéndose en el primer cuadro en el continente que logra la Copa, venciendo y eliminando a tres equipos brasileños.
Agresiones en Brasil. Agresiones en Buenos Aires. Agresiones en Chile, a dirigentes, jugadores, periodistas e hinchas aurinegros. 
Nada importaba. Los dientes, el gesto fiero, todos juntos formando un ramillete de hombres consustanciados con el deber de defender lo de cada uno, lo de los compañeros, lo de la familia, lo de la historia que muestra siempre que los imposibles se hacen posibles cuando la hombría se suma a la calidad de quienes defienden una estirpe, una tradición, una herencia histórica, con el cariño de siempre, con la fuerza de todas las horas.






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