Hace unos días empezó a disputarse el "Torneo Preparación", una buena idea de la AUF que le da la posibilidad a quienes viven en el interior de ver a los clubes de primera división jugando en su propio departamento.
Pero, la saturación de fechas ha sido grande y nuestro Peñarol por lógicas razones deportivas decidió afrontar este campeonato con chicos que hacen sus primeras armas en el fútbol grande en su mayoría.
Por más que prácticamente no hay nada en juego (seamos sinceros, ningún hincha de nuestro club muere de ganas por poder decir tengo un "Preparación" en las vitrinas), quiero que Peñarol gane. La razón es simple: como manya, quiero ganar siempre, en lo que sea y contra quién sea; mi pasión es Peñarol y mi sueño es ver a mi equipo ganar.
No podría decir que este torneo me genera la misma expectativa que otros, pero lo que si me genera es ambición. Quiero la victoria y los juveniles que se ponen la camiseta seguro sueñan con lo mismo. Tienen el deseo de hacerse queridos por la hinchada, sentir que su nombre es coreado, sentir que la tribuna los envuelve mágicamente y les hace sacar fuerzas de donde no las tienen, imaginando que eso que tantos jugadores han dicho en el pasado en partidos milagrosos que Peñarol dio vuelta, sea realidad y ellos lo puedan vivir.
De mi, como hincha, solo me surge alentar porque esos chicos están representando a los colores de mi amor y lo que siento que debo hacer y que me surge espontáneamente es aplaudir cuando hay una buena jugada, pero también aplaudir cuando algo no salió bien. Porque eso es lo maravilloso que tiene el sentimiento de cariño hacia nuestra camiseta: si salió mal pero el jugador dio el máximo, va a ser valorado, si sudó la camiseta aunque las cosas no salieron me podré calentar, pero se que el dejó todo en el afán de que Peñarol ganara y eso me gusta reconocerlo, porque nadie es perfecto.
Estos chicos no tendrán un nombre reconocido ni estarán jugando un torneo que acapare atención masiva; pero en esos 90 minutos ellos son Peñarol, y no "el otro" Peñarol como algunos le dicen. Peñarol es uno solo, son nuestros colores y estos chicos defienden a la camiseta de nuestros amores, entonces se merecen lo mejor de nosotros, nuestro aliento, nuestro empuje, nuestro reconocimiento, nuestro corazón.
¡Arriba gurises!
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